Te he visto caer desde lo más alto.
He recogido contigo los trozos rotos
en el suelo de una habitación sin ventanas.
Te he visto fallar y, sin querer,
te he dejado creer que no valías.
Hoy te pongo en el centro de mi mundo para decirte,
recordarte
y declararte que,
para mí,
ya has ganado.