Las noches serían infinitas,
los besos nunca acabarían
y yo tendría la dicha
de verte siempre sonreír.
Yo, que he vivido en inviernos eternos
que no acababan al llegar
el tercer trimestre del año.
Yo, que ya me había acostumbrado
al crujido en los huesos,
a las copas llenas
y al alma vacía.
Yo, que estaba a punto de darme por vencido.
Si el verano durase para siempre...
Sigue tú.
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