lunes, 22 de septiembre de 2025

De cuando me proclamé creyente.

No encuentro consuelo en los rincones más escondidos de mi alma, donde la esperanza y la fe ciega prometen sanar el dolor sin importar su magnitud o su forma. Estoy en un desierto donde lo único que hago es correr hacia el oasis de tu recuerdo, pero cuando llego a él, cuando al fin consigo alcanzarlo, me topo de bruces con la sequedad de tu nueva fachada.

Yo, proclamando ser escéptico de las religiones y milagros divinos, sigo esperando volver a encontrarme contigo. Comprobar que nuestros mundos no han cambiado tanto en este tiempo. Celebrar que queda más de lo que fuimos que de lo que se ha llevado el viento y tu forma impostada de encajar en un lugar que no te pertenece. 

Reconozco que, cada vez que me doy por vencido, vuelvo a ilusionarme al divisar uno de tus oasis a lo lejos. La sed, el calor, el aire salado y el eco no me detienen. Sé lo que me voy a encontrar cuando llegue, pero me conformo con la sensación de saber que existe la oportunidad de volver a beber de lo que un día regaba las partes más marchitas de mi cotidianidad.