Cada día que pasa se me hace más imposible la idea de un mundo donde reine la tolerancia, el respeto y la educación. Gran parte de nuestra sociedad carece de estos tres valores; fundamentales, para mí, en una persona.
Oír día tras otro las noticias en la radio me hace perder la fe en la raza humana. Guerras, maltrato animal,
violencia de género, acoso escolar, ataques racistas, violaciones. Y puedo seguir.
¿A dónde queremos llegar?
La peor parte de todo esto es que es tan rutinario que ya no nos impresiona. Estamos acostumbrados a este tipo de indecencias.
Miles de personas muriendo de hambre, sin un hogar. "Qué pena" Sí, me parece genial que te de pena. Pero el hecho de que sientas pena no va a cambiar nada. Un simple mensaje de ayuda, un pequeño por ciento de donación, lo más mínimo, ya estás ayudando más que sintiendo "pena". Imaginad que todos los que tenemos vida cómoda pusiésemos nuestro grano de arena. Y con vida cómoda no me refiero a tener un yate o una mansión; hablo de todos los que tenemos un plato de comida caliente cada día y calefacción. La cosa cambiaría, pero para qué, sintiendo "pena" ya hemos cumplido nuestra parte. Ya somos mejores personas, ¿no? Claro.
Y si con todo esto he conseguido hacer reflexionar, aunque sea, a una persona; me daré por satisfecho.
Ganar o perder. Triunfar o fracasar. A veces no es así, hay grises, matices. Nos equivocamos, no pasa nada. Vivir es equivocarse, una y otra vez. Aprender de los fallos. Y finalmente, superarnos.
Qué aburrida sería la vida sin errores.
Miles de oportunidades que perdemos por miedo a fracasar.
Yo culpo al miedo. A la inseguridad que, probablemente, creamos nosotros mismos; convirtiéndonos en nuestro propio enemigo. Tenemos tanto miedo a fallar que preferimos escondernos y huir. Huir de todo aquello que nos hace sentir inferior.
¿Y qué es fracasar más que una forma de superarnos?
¿Y qué es el miedo más que una carta que juega en nuestra contra?
Sueña, cree, lucha, cae, levántate, rétate, supérate, vive.

Es una sensación extraña. Sigo sin poder descifrar si llega y luego desaparece, o simplemente está tan profunda dentro de mí que vive conmigo, y he aprendido a ignorarla en la medida de lo posible.
Es difícil explicar sensaciones, o por lo menos, para mí lo es. Pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda; esta sensación me hace sentir impotente, a la vez que expectante. Me deja la miel en los labios, pero nunca puedo saborearla. Es una sensación parecida a cuando pierdo el último tren del día y no sé cómo volver a casa. Está llena de sueños, de ilusiones, de metas... pero nunca se sacian, nunca llegan.
Me hace sentir como si estuviese esperando a vivir.
Una sonrisa, un abrazo, unos "buenos días", un beso, un "tú puedes", un "no te rindas", una mirada de orgullo, un "todo irá bien." una luz. A veces, es todo lo que necesitamos. A veces.
A veces sentimos frío, otras calor. Pero a veces, simplemente quema. Quema sin poder hacer nada para remediarlo, sin una cura. Quema tan fuerte que lo único que podemos hacer es congelarnos, nivelar la temperatura.
A veces, simplemente tenemos que encontrar la manera de sobrevivir, de luchar, de ser fuertes, de no quemarnos.