
Es una sensación extraña. Sigo sin poder descifrar si llega y luego desaparece, o simplemente está tan profunda dentro de mí que vive conmigo, y he aprendido a ignorarla en la medida de lo posible.
Es difícil explicar sensaciones, o por lo menos, para mí lo es. Pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda; esta sensación me hace sentir impotente, a la vez que expectante. Me deja la miel en los labios, pero nunca puedo saborearla. Es una sensación parecida a cuando pierdo el último tren del día y no sé cómo volver a casa. Está llena de sueños, de ilusiones, de metas... pero nunca se sacian, nunca llegan.
Me hace sentir como si estuviese esperando a vivir.
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