Estaba decidido a recorrer todos los rincones de tu laberinto hasta encontrarte. Me habría enfrentado a dragones y ogros. Me hubiese interpuesto entre una bala y una espada y habría soportado tormentas y huracanes. De hecho, lo hice. O lo sigo haciendo, aunque quizás mis ganas se hayan ido perdiendo por el camino sin darme cuenta, ya no lo sé. Quizás ahora, que te siento más cerca, quiera alejarte. Ahora no sé si quiero encontrarte, y si ya lo he hecho, no sé si quisiera volver a perderme en aquel laberinto, pero para encontrar otra salida, esta vez sin ti.
martes, 27 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
Corazón envenenado.
Anoche hablé con mi corazón; me lo encontré latiendo vagamente en una de las esquinas de mi habitación. Estaba hecho añicos, como si un puñado de aves carroñeras, habiéndole dado ya por muerto, se hubiesen ocupado de él.
Me acerqué a él y me gritó que me fuera, que no quería verme, que yo era el culpable de su repulsiva situación. Automáticamente, sin dejarme tiempo casi para reaccionar, me rogó desconsoladamente que volviese con él, que desde que está contigo aquel día de julio cuando te lo regalé sin importarme las consecuencias no ha parado de sufrir, que solo tiene una felicidad prestada llena de mentiras y que no hago nada para ayudarle. Que dejo que hagas con él lo que te plazca. Que vive un infierno, y que ya no sabe qué hacer para que las heridas dejen de sangrar.
Y me fui de la habitación, sin él, porque no, no sé cómo ayudarle.
Me acerqué a él y me gritó que me fuera, que no quería verme, que yo era el culpable de su repulsiva situación. Automáticamente, sin dejarme tiempo casi para reaccionar, me rogó desconsoladamente que volviese con él, que desde que está contigo aquel día de julio cuando te lo regalé sin importarme las consecuencias no ha parado de sufrir, que solo tiene una felicidad prestada llena de mentiras y que no hago nada para ayudarle. Que dejo que hagas con él lo que te plazca. Que vive un infierno, y que ya no sabe qué hacer para que las heridas dejen de sangrar.
Y me fui de la habitación, sin él, porque no, no sé cómo ayudarle.
viernes, 9 de octubre de 2015
Decisiones.
Todos las tomamos constantemente. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que concluimos el día. Algunas son tan simples como qué ponerte esa mañana o si prefieres almorzar en el bar de la esquina con tus amigos de siempre o hacerte unos macarrones con nata mientras ves un capítulo más que repetido de Los Simpsons. Pero otras no son así. Otras son jodidas, de esas que te quitan el sueño alguna que otra noche y hacen que le pongas la cabeza como un bombo a tu mejor amigo.
Dicen que, en base a las decisiones que tomes, así será tu vida; que puedes moldearla, darle forma, darle color -o quitárselo-, aprovecharla, disfrutarla, desperdiciarla, saciarla, experimentarla, sentirla, abandonarla, oprimirla, aceptarla... Lo que quieras en el momento que elijas. ¿Realmente creéis que esto es cierto? Estoy de acuerdo en que las decisiones que tomes son muy importantes a la hora de construir tu vida. Pero no hablo de eso; a lo que me refiero es a que, el verdadero problema ocurre cuando no se tiene poder de decisión. Cuando vives bajo unas reglas, unas circunstancias, unas normas, unas condiciones que te prohíben ser libre. Que te cortan las alas de raíz. Enjaulándote, encarcelándote en una vida que no quieres buscando la forma más rápida de escapar.
Es entonces, en el momento en el que tu vida deja de depender de ti, cuando echas de menos tomar decisiones.
jueves, 1 de octubre de 2015
Autodestrucción.
Te tengo en frente, otra vez, sentado en la silla del primer restaurante que hemos pillado como excusa para pasar más tiempo juntos. Hablas y hablas, y yo me limito a intentar prestar atención mientras me pierdo en tus ojos marrones. Reímos, como antes. Como antes de que decidieses no reír más, no conmigo. No tenía muy claro el motivo del por qué estábamos ahí, pero sinceramente, en ese momento me daba igual. No podía pensar con claridad.
Fue una noche larga e intensa, confundida y enfrentada por emociones y sentimientos totalmente opuestos. Y aún sigo sin descifrar nuestra situación, el punto en el que estamos, de por qué pareces dos personas en una o por qué parece que cuando estoy contigo el mundo deja de sostenerme y tú te ocupas de ello.
Pero una cosa sí que pude sacar en claro, y es que estoy enfermo. Que yo no me enamoro, ni te quiero, yo lo llevo a un extremo en el que te hago cómplice de mi propia existencia, y cuando no estás, una parte de mí muere, mientras que la otra solo se lamenta y espera a que vuelvas.
Fue una noche larga e intensa, confundida y enfrentada por emociones y sentimientos totalmente opuestos. Y aún sigo sin descifrar nuestra situación, el punto en el que estamos, de por qué pareces dos personas en una o por qué parece que cuando estoy contigo el mundo deja de sostenerme y tú te ocupas de ello.
Pero una cosa sí que pude sacar en claro, y es que estoy enfermo. Que yo no me enamoro, ni te quiero, yo lo llevo a un extremo en el que te hago cómplice de mi propia existencia, y cuando no estás, una parte de mí muere, mientras que la otra solo se lamenta y espera a que vuelvas.
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