Yo nunca pasé página. No sé para qué iba a querer hacerlo, si me encantaba esa. De arriba a abajo y con su esquinita doblada. La habría leído mil y una vez, y en todas ellas habría sonreído como un niño pequeño al principio y me habría ahogado entre lágrimas al leer sus últimas líneas. Así que no; yo nunca pasé página, ni quise hacerlo. A mí me obligaron a arrancarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario