martes, 14 de febrero de 2017

Te volvería a vivir.


El arriesgo. El último beso lleno de cobardía. El ansia por acortar camino. La esperanza cada vez más deshecha. La desgana. El dolor en el costado. Los ojos hinchados por la mañana. La decepción. Los poemas que llevan tu nombre. Las pizzas de cinco euros que no compartimos. Las canciones de Zahara que dejé de escuchar porque son demasiado nuestras, demasiado nosotros, como tantas cosas. El día que me di cuenta de que no habías cambiado tanto, pero que ya no eras el mismo. Las películas que no hemos visto en la última fila del cine. Los cafés que nunca te preparé por las mañanas. Los días que me dueles un poquito más. El miedo al olvido. Los escalofríos. El momento en el que sólo quise abrazarte y rezaba porque se retrasase un poquito más el autobús. La vuelta a casa más fría y solitaria del mundo. La noche en la que intenté olvidarte en otros labios y me di cuenta de que no quería esos; que no quería otros. Los recuerdos. El rencor. Las hojas de mi cuaderno que te he dedicado. El eco. El destrozo. Y por último, el par de lágrimas escribiendo esto.

Aunque ya me sepa el final y no se pueda cambiar.
Te volvería a vivir.

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