viernes, 19 de enero de 2018

Beso de despedida.

Sigo dando pasos en este camino hacia ti -o hacia tu cama-. Primero pasos de gigantes, luego algún que otro resbalón y ahora perdido en el bosque de pocos árboles y casi a oscuras que es tu corazón. Y yo sin brújula.
Te excusas en el dolor, explicándomelo, como si no hubiera vivido con él toda mi vida; sin entender que te entiendo, y que mis manos congeladas no tienen nada que ver con el ardor de mi alma. Manos que, por cierto, ya no sienten tu calor cuando las tocas.
Y yo que sigo sin conocer caminos cortos o atajos. Yo, que sigo sin saber si realmente quiero llegar a alguna parte y lo único que tengo claro es que no quiero tener que echarte de menos.
Esta vez el vino tinto se ha derramado en tu camisa blanca de lunares. La noche está acabando. Empieza a salir el Sol y, para tus ojos, quien deja de brillar soy yo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario