Con ojeras que decidieron hace ya algún tiempo quedarse a vivir debajo de tus ojos observas, a través de otras almas, lo que ya no queda para ti. Mal humor hoy sí y mañana también, sumado a la agonía de querer y no poder; de aspirar pero jamás alcanzar. Bolsillos vacíos y alarmas de más en el móvil. Y es que parece ser que en una pecera donde el pez grande se come al pez pequeño ya has dejado de nadar, dejando que el agua meza tu cuerpo a su antojo. Ojalá algún día puedas volver a vivir de verdad. Ojalá algún día deje de sentirme tan culpable.
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