lunes, 17 de mayo de 2021

A todos los hombres que nunca querría haber conocido.

Yo siempre había confiado a ciegas en aquellas almas que alguna vez me enseñaron lo que era el querer. Yo he estado ahí, una y otra vez, luchando por la validación y afecto que no encontraba en estas cuatro paredes y creía poder descubrir en otros cuerpos. Y no toqué fondo hasta que advertí que mi tranquilidad siempre dependía de un hombre que no era yo; que había depositado todo mi bienestar en manos de personas que no tendrían ningún pudor en destruir todo lo que un día les confié. Seres a los que nunca les importó ser el foco de mi destemple. Esos hombres que llegaban sin cesar, uno tras otro, y yo sin querer a ninguno pero necesitándoles para quererme; exigiéndoles el amor que no encontraba en mí.  

Quiero perdonarme, una vez más, por todo el daño que me he hecho sin conocer piedad. Por esos mensajes que no tendría que haber enviado, por las veces que me he conformado con menos aun mereciendo más, por haber permitido que me pusieran en una posición que no me corresponde, por luchar por la atención y el cariño que nunca me pertenecieron e identificarme con un valor nefasto. Por las veces que he sido sombra y no luz, y el tiempo derramado en rostros angélicos que escondían el peor de los engendros. Por el sexo que he tenido sin desearlo sólo porque alguien me abrazara. Por convertir mi ilusión en temor y mi amor en odio.

Esta es mi entrada de aversión y repulsión. Entre estas líneas se esconden historias que piden a gritos salir de mí, que me están envenenando y ya no sé dónde dejarlas. He enterrado una parte de mí con cada uno de vosotros.

miércoles, 31 de marzo de 2021

Microcuentos. #6

41. Para mí el amor siempre ha sido en cámara lenta, arrasando con todo, quemando lo vivido y condenando a muerte a aquellas personas que un día lo defendieron conmigo.

42. Éramos completamente perfectos en la teoría y un auténtico desastre en la práctica.

43. Me he perdido muchas últimas canciones intentando afinar los acordes que no me dejaban estar en la misma sintonía.

44. 

— Te quiero. ¿Y tú a mí?

— Te digo mañana cuando me organice la semana.

45. Nos encontramos después de un lustro. Me cuentas que has viajado mucho, que te has enamorado de París y que ahora otra persona te escribe cosas más bonitas que yo. 

46. Ojalá pudiera rebobinarte dos versiones atrás. 

47. No sé si me gustas más de la cuenta o estoy a punto de salir corriendo pero he apuntado tu cumpleaños en las notas del móvil y me he dejado el cepillo de dientes en tu casa.

48. Yo nunca he aprendido a decir adiós y no creo que a estas alturas consiga hacerlo. Un adiós es para siempre; un adiós es todo lo contrario a tener una secuencia de flashbacks en la cabeza reproducidos de una manera tan precisa. Un adiós no se contempla con la intensidad en la que no puedo evitar impregnar a las personas que pasan por mi vida en un espacio tan grande dentro de mi ser.

domingo, 7 de marzo de 2021

Raúl.

Hace ya unas cuantas tristezas y no tantas alegrías desde la primera vez que cruzamos nuestras miradas. Seguramente me habría puesto otra camisa y habría dejado un par de inseguridades en casa si hubiese sabido que esa noche nunca acabaría. La Luna menguante, tímida, se dejaba ver por la ventana de la habitación donde yo saboreaba el vino tinto que robamos jugando a ser delincuentes mientras tú hacías lo mismo con mi sexo. La música estaba demasiado alta incluso como para oír tus pensamientos y te apreté la mano en tanto te adentrabas, entre gemidos y sonrisas cómplices, en un nuevo universo que no tardaría en acabar para nosotros con un temprano adiós.

Tú eras un lienzo en blanco con ansias de color, yo había perdido mis pinceles pero, de alguna manera, supe enseñarte el arcoíris. Fue así como empezamos a bailar en cada luz que encontrábamos, sin ser del todo conscientes de lo que supone enfrentarse a la oscuridad de lo efímero, del vacío que invade el espacio de todo aquello que es fugaz. 

Hoy me acuerdo de Raúl. Quizá él no me enseñara tantas cosas, pero el destello en sus ojos me dio esperanzas de claridad en un mundo de almas grises. Hoy ya no quiero olvidarme nunca de Raúl, porque su inocencia me recordó a la mía, y no quiero seguir pudriéndome. 

martes, 9 de febrero de 2021

Tú, o yo.

No dejo de preguntarme
qué haces rogando amor. 
Tú, que iluminas el camino de cualquiera
con tan sólo existir. 
¿Qué haces mendigando atención? 
Tú, que dejas embobado a cualquiera 
con los hoyuelitos que te salen al sonreír. 
Tú, que no aprendes 
que no tienes que convencer a nadie
para que te quiera. 
Tú, que se te olvida lo que vales. 
Tú, que me ganaste la partida 
antes de empezar a jugar.

domingo, 10 de enero de 2021

*

Voy a saltar. 
"¡No hay nada!", me gritan. 
Y se creen que no lo sé, 
como si no hubiese saltado 
un millón de veces 
a piscinas vacías.

"¡No saltes!" 
Suena,
como una estridente melodía
en replay
por todos los rincones de mi cerebro.

Y con todo en contra, 
treinta y cinco metros de altura, 
echándote de menos, 
queriendo encontrarme en tus labios, 
perdiéndote antes de tenerte
y las piernas temblando,
desafío a la física con una simple pregunta:

¿Y si soy capaz de volar?