lunes, 24 de noviembre de 2025

Cien vidas y una.

Siempre deambulo entre lo que fui y lo que me empeño en llegar a ser. Me escondo lleno de melancolía e idealización entre las columnas de recuerdos de donde estuve. Y, por las noches, aprieto fuerte mis ojos antes de dormir imaginando dónde quiero estar. En esos momentos, casi puedo palpar el desagravio de la penitencia que yo mismo me he impuesto, aunque nunca alcance a darme expiación al día siguiente. 

Cuando el hoy siempre es peor que el ayer pero tampoco supera al mañana, es muy fácil perderse en todas las injusticias que acompañan a las expectativas. Y yo ya no sé si seguir entonando el mea culpa o echar balones fuera a un mundo que cada vez va más rápido y exige más, y más, y más. Yo quiero llegar, de verdad que quiero llegar. Quiero ser todo lo que me piden que sea, quiero saber qué se siente cuando el mar está en calma sin tener miedo a ahogarme con la siguiente ola.

Necesitaría más de cien vidas distintas para ser todo lo que querría ser, pero hoy me conformo con ser suficiente, por una vez, solo con la mía. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario