
No creo en las despedidas cuando son forzadas, cuando no se tiene poder de decisión.
No creo en que la curiosidad cese sin descubrir qué se esconde tras ella y, definitivamente,
no creo en que el tiempo consiga suprimir deseos insaciados.
No creo que nadie pudiese creerme si dijese que no te tengo presente cada día de mi vida.
Ni siquiera creo que el miedo me importe, porque jamás me había sentido tan vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario