miércoles, 25 de febrero de 2015

Pero ahora creo que prefiero el Sol.



Siempre he defendido que me gustaba la lluvia.
Decía que me gustaba salir y ver las calles bañadas por ella, el olor a tierra mojada, el aire frío en mi cara... me hacía sentir bien.
La lluvia simboliza tristeza. Cuando la observaba fijamente sentía refugio en ella, como si tratase de consolarme haciéndome entender que sentía exactamente lo mismo que yo.
Tan oscura, tan afligida, tan bonita...
Nunca había tenido quejas de ella. Me entendía y me hacía compañía, ¿qué más podía pedir?
Pero ahora creo que prefiero el Sol;
ya ha llovido suficiente.

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