Suelo tener envidia. Suelo envidiar a todas aquellas personas que parecen sonreír con esa transparencia y brillo en los ojos. Parecen tan fuertes... tan alegres y despreocupados. Tan felices.
Entonces me doy cuenta de que yo antes era así. Solía reír a carcajadas y disfrutar de todo lo que me rodeaba. Mis ojos destellaban locura, inocencia, felicidad. No es que no siga sonriendo, ni riéndome a carcajadas, pero el brillo en mis ojos se ha ido. Ha desaparecido, como una estrella fugaz en el cielo, ya no está.
Hoy es mi cumpleaños. Tengo claro qué deseo pedir cuando sople las velas.
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