Necesito sentir algo y dejar atrás este vacío. Nada consigue llenarme, ni siquiera a la mitad. Que sí, que no andar llorando por las esquinas y no tener pesadillas cada noche está muy bien, pero tal vez un sentimiento negativo sea mejor que la total indiferencia.
Felicidad momentánea que muere al llegar la noche y en algún que otro momento del día, cuando mi mente se burla de mí y me envuelve entre recuerdos. Lo peor es que no me duele. No siento nada. Sólo me doy cuenta de que esa felicidad es prestada, y que su precio es darme de morros una y otra vez contra la pared de la realidad, mi realidad.
Vete, pero quédate cinco minutitos más. Sigamos fingiendo, que se te da muy bien.
Tranquilo, seguiré muriendo por ti -y tú por él-.
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