miércoles, 26 de octubre de 2016
Eres tan mío y yo tan tuyo.
"Te quiero y te odio. Me gusta cuando ríes, sonríes y brincas de euforia porque, créeme, eres la persona que más me gusta ver feliz. A veces no te entiendo y creo que no quiero llegar a hacerlo nunca porque también me das miedo; eres el único capaz de destrozarme y lo peor es que sabes perfectamente cómo hacerlo. Al fin y al cabo, nadie me conoce como tú. Ni a ti como yo. Me encanta cuando brillas, cuando te revelas, cuando no te conformas, cuando luchas y cuando pisas fuerte; aún no he descifrado si me pareces muy débil o todo lo contrario pero me gusta abrazarte cuando lloras y también te quiero así. En algunas ocasiones te daba de hostias hasta quedarme sin manos, te gritaría e incluso te insultaría. Menudo niñato eres. Puto prepotente creído. Deberías quitarte esa máscara, ya no funciona igual que antes. A veces pienso que has crecido demasiado pronto y sí, vale, en algunas ocasiones puede estar bien, pero no te imaginas cómo disfruto cuando te comportas como un niño. Me gusta pensar que eres suficiente, perdóname si se me olvida cómo hacerlo demasiadas veces. De verdad, perdóname. Te gusta torturarme y aún no llego a entender por qué. Los dos sabemos que no quieres hacerlo, ojalá pudieses parar de una vez. Y aunque suela decir que te odio, en el fondo sabes que te quiero. Por muy hijo de puta que seas. Eres tan mío y yo tan tuyo y a veces somos tan contrarios... Ojalá algún día me enamore de ti."
Y estas fueron algunas de las muchas cosas que se me pasaron por la cabeza ese día mientras me miraba en el espejo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario