lunes, 30 de noviembre de 2020

Sentimientos feos de la última parte del año maldito.

Abriéndome demasiado

El dulce canto de sirena que sale de tus labios me hace bailar al ritmo de la canción de pop de amor más cursi del mundo. Hablamos durante horas sobre cosas que yo pensaba que a nadie más le importaban, me sorprende que a ti sí. Me pierdo en tus historias, imaginándolas nuestras, y me haces recordar sentimientos olvidados y casi enterrados. Es entonces cuando empiezo a hacerme pequeñito, cada vez más, y más, y más... Y es que si tuviese que explicar una de las muchas cosas que odio de mí es la facilidad en la que me convierto en la sombra de otra persona. De repente me amoldo completamente: andamos, corremos, damos marcha atrás o volamos... Pero se me nubla el significado de la palabra reciprocidad. Miro el reloj, y sin que me tiemble la voz te susurro que no perdamos el tiempo, que tu amor va a durar cincuenta minutos y ya vamos por el cuarto de hora. Entonces dan las doce, y te dejo ir de la única forma que sé: sin soltarte del todo. 


Sólo en medio de la pista

En algunos juegos me toca enfrentarme a un rey de espadas con un dos de basto. En otros a reinas con peones. A veces, también hago frente a gigantes, monstruos y seres irracionales que sólo yo puedo ver, y cuando me toca plantarles cara nunca llevo arma blanca, sólo la madurez y experiencia de cómo esquivarlos o hacer que sus golpes sean menos dolorosos. Así que se puede decir que tengo veteranía en combatir aun sabiendo que no tengo mucho que hacer. 

Pero ahora siento que no me han repartido mis cartas, y no sólo eso, es que tampoco me han presentado a los rivales de otro mundo a los que me enfrento. Y es que estoy jugando a la partida de la vida con un hambre feroz de situaciones y experiencias que han nacido en mi cabeza y no se están saciando en la realidad, y cuando aspiras a más de lo debido y no consigues ni la mitad no importa cuántos ases tengas bajo la manga.


Une nuit en novembre

Me sobra el jersey de cuello alto en el bar donde probé la que, hasta entonces, se convertiría en mi cerveza favorita con sabor a osadía. Tú hablabas sin parar, yo pensaba el doble y finalmente encontramos el punto medio en nuestros labios. Me convertí en Dios durante un par de horas y me dejé admirar, observado por la catedral más bonita de Croacia. Recojo mi ropa y el sinsabor. Te dejo en la habitación y me asomo al balcón, por si es que él finalmente apareciera. Una bandada de golondrinas encerradas en una jaula. Junio en noviembre. Mi perfume en tu almohada. No te debí besar.

sábado, 5 de septiembre de 2020

Microcuentos. #5

33. He creado historias en mi cabeza que nunca he vivido. He vivido historias en mi cabeza que nunca han pasado. He vivido cosas que nunca se me habrían pasado por la cabeza.

34. Marbella no ha vuelto a ser bonita desde que te fuiste. 

35. Haber apostado por ti habría sido como saltar desde un séptimo piso y pretender salir ileso. No haber apostado por ti hace que me cuestione, cada día, si hubiese sido capaz de volar.

36. Descifro, a través de la prosa de tus labios, todas las incógnitas que oculta tu belleza. Tus versos despiertan inocencia, la métrica de tus ojos esconden veneno y tus besos riman con aflicción. Sin duda, al igual que a mí, matarías de un flechazo al corazón a aquellos valientes que se atreviesen a leerte.

37. Quizá el amor no tenga edad, pero tiene aspiraciones, momentos, experiencias y expectativas. Y yo me he subido en la parada equivocada demasiadas veces.

38. Al pan, pan, y a las noches sin ti, vino. 

39. Siempre que paso página dejo la esquina un poco doblada, por si es que algún día tuviera que volver para estudiarme, analizarte, avanzar, aprender, irme o quedarme. Quedarnos. 

40. ¿Quién soy para ti? Quizá sea la primera persona a la que acudas ante cualquier imprevisto, el amigo que piensas que te traicionó, el ex novio más guay del mundo, el tío insufrible que se esforzó demasiado en caerte bien hace años o el capullo que te dejó en leído sin dar explicaciones. Soy todas esas versiones y no soy ninguna, ¿o es que acaso soy la misma persona que ayer?

martes, 11 de agosto de 2020

Alto el fuego.

Ambos nos estamos apuntando al hueso frontal. Yo, iluso, sigo esperando a que te tiemble el pulso, o tires el arma de la que llevas presumiendo con tanto descaro desde que envenenaste las copas con las que ya hemos dejado de brindar. Nos separan veinte metros. Nos miramos fijamente, pero empiezo a no estar seguro de si puedes verme. De si ya te has dado cuenta de que yo no puedo manchar tu piel, y que llevo alzando la bandera blanca desde hace kilómetros. Entonces disparas, una vez más, con una puntería envidiada por francotiradores; pero tu ridícula pistola es de bolas. No sangro por fuera, ni siquiera he pestañeado, pero al venir de tus manos me produce un dolor similar al que a cualquier ser provocaría una Browning M1917. Me quedo de pie, quieto, callado, soportando y esperando nuestro Tratado de Versalles. Justifico tus ataques y me refugio en mentiras que gritan verdades. Me estoy empezando a rendir.

domingo, 12 de julio de 2020

No somos.

Me acomodo a ti, aunque quizás tenga que doblarme demasiado. Me gusta estar contigo, pero ya no se está muy cómodo aquí. ¿Qué tal si lo intentas tú? Sí, ya sabes, ajustarte un poco a mí. Ha pasado el tiempo pero en el fondo seguimos siendo los mismos, ¿o tanto hemos cambiado? Hombre, yo diría que algo igual sí, pero se supone que a mejor, ¿no? Aunque creo que mis planes te aburren, y puede que yo también a veces, pero déjame decirte que tus amigos son insoportables. Estoy pensando en que me quedas un poquito estrecho y yo a ti demasiado holgado, ¿no crees? Y no sé tú... pero yo no soy de esos que usan camisetas de tirantes dos tallas más pequeñas. Quizás es que hubo un pequeño exceso de confianza en la eternidad de la costumbre y lo cotidiano; sí, debe ser algo de eso sumado a otras cosas. Pero bueno, como última baza te he hecho un collage de fotos recordando nuestros mejores momentos, tal vez así recuperemos algo de lo que fuimos. Un momento... ¿Fuimos? ¿Acaso hemos dejado de ser? ¿Cuándo? Discúlpame, es que aún no me quiero dar cuenta.

Lo siento, no es por mí, es por ti. Perdón, quiero decir que es por ti y por mí también, pero ya no encajamos.

miércoles, 17 de junio de 2020

La canción que nunca termina.

Las noches duraban cinco lustros, las ventanas de mi habitación se volvieron opacas y la melancolía se hizo un hueco en el lado izquierdo de mi cama. La oscuridad presidió mi vida y no fui capaz de ver a nadie otra vez. Las personas a las que intentaba acercarme se esfumaban tan rápido como el humo del cigarro que te gustaba fumar antes de desayunar, y yo ya estaba cansado de que se me quedasen frías las tostadas. 

Entonces, en el silencio que se manifiesta después de romper una vajilla entera de ilusiones, el DJ volvió a poner la música. Y las luces se encendieron, y las rosas volvieron a florecer, y los pájaros continuaron piando al amanecer, y yo seguía esperándote para bailar. 

viernes, 15 de mayo de 2020

*

Déjame ser
con aquellos que me han tendido la mano
y los que me han dado la espalda.
A cañón de guerra
y en el regazo de quien me quiso tanto
como para sangrar mis heridas.
Con los que me entienden y comparten
y los que pondrían una navaja en mi nuez.

Déjame ser,
porque antes de ellos
yo ya me di la espalda,
me declaré la guerra,
sangré mis heridas
y me torturé con navajas.

Déjame ser,
porque yo ya quise no ser,
y si algo sé ahora
es que prefiero morir siendo
que vivir sin ser.

martes, 5 de mayo de 2020

De cuando aprendí a decir adiós.

No quiero que te quedes, incluso ahora que me gustaría pedirte que no te alejases demasiado. En dos veranos te he recorrido de norte a sur; despacio mientras visitaba todos y cada uno de tus rincones y deprisa cuando tu Sol quemaba demasiado incluso en la sombra, recordándote en tus labios y olvidándote cuando me subía los vaqueros.
Alguna vez pensé que viajaríamos juntos en caravana. Empezaríamos por la costa de España y acabaríamos en algún país del sudeste de Europa, beberíamos cerveza en los bares con peor pinta y bailaríamos de noche al borde de los precipicios más altos. Nos habríamos hecho el amor en más de veinte países distintos y aún nos quedarían ganas de seguir descubriéndonos en otros cincuenta más. Más tarde supe que en esa caravana sólo había un asiento y era el mío. Me di cuenta de que no quería tener copiloto, que yo elijo mejor la música y que, en el caso de que me perdiese, me volvería a encontrar. Pero en esta ocasión no necesitaría unas manos grandes que agarrar ni unos ojos verdes en los que buscar seguridad, esta vez me habría recorrido a mí mismo de norte a sur y de este a oeste y, por primera vez, yo sólo sería suficiente.
Te alejé y pisé el acelerador, a veces echo de menos nuestros viajes por el espacio donde no tenía claro dónde estaban los puntos cardinales y sólo me importaba la dirección de tu boca, pero no quiero que te quedes ni que quieras quedarte.

Ni diez cuchillos clavados en mi espalda dolerían más que saber que alguna vez le miras como me mirabas a mí.

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domingo, 12 de abril de 2020

*

Aun en los días más cálidos,
en los paisajes más armoniosos
y en la más absoluta paz,
seguiré huyendo cada vez que
un hombre,
un ser humano,
un alma o arma letal,
sepa ver más
de lo que ya enseñé.

domingo, 5 de abril de 2020

21:13

Escribir es contarle a tu alma lo que tu cerebro y tu corazón no han sido capaz de procesar. Es pedir auxilio; es inmortalizar sentimientos, recuerdos que se han hecho un loft en tu memoria. Es adornar la realidad adaptándola a la forma en la que ves la vida, o mejor dicho, a la manera en que la vives. Es sanar una herida con un bisturí oxidado. Es no encontrar las palabras precisas para unos sentimientos de los que sólo sabes que te están pidiendo salir a gritos. Escribir es desear hacerle el amor a lo que estás diciendo en cada línea y al mismo tiempo querer que sea la última vez que tengas que contarlo.

Quererte es saber que dos más dos son cuatro y seguir apostando por el cinco. Escribirte es volverte a vivir cada vez que te echo de menos.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Mi ruptura con la década pasada.

Te he querido encontrar en cada persona que ha venido disfrazada de amor, conformándome con otras pupilas que no saben mirarme desde que ya no encuentro las tuyas.

He sido la sombra de gigantes que medían menos que los pies que algún día no recordé que podía usar para llegar tan lejos como quisiera, y lo peor es que he seguido sus reglas como el profeta más leal a su Dios, y yo siempre he sido más bien ateo. Me olvidé de mis normas, incluso de lo que me hacía dichoso, y no disfrutar es la peor manera de desaprovechar el tiempo.

Llevo toda mi vida conformándome por inseguridad y cobardía, y es que siempre he visto la soledad como la peor de las perdiciones; hoy me doy cuenta de que no existe mayor ganador que aquel que encuentra la plenitud en la soledad de su alma.


fotografía: @croquecam