lunes, 7 de diciembre de 2015

Aprendí.

Aprendí que no es tan duro despertarse si existe una meta,
que las lágrimas, a veces, son necesarias,
que los pequeños momentos se acaban convirtiendo en grandes recuerdos.
Aprendí que una verdadera amistad vale más que la primera cara bonita que dice "te quiero",
que las promesas no son tan difíciles de romper y que la libertad se encuentra, muchas veces, después de un adiós.
Aprendí que los brazos de una madre y las palabras de un padre son el lugar más seguro del mundo,
que las cosas más valiosa no tienen precio y que los finales felices no existen, porque si existiese un final, no podríamos verlo.
Aprendí que si realmente alguien nos quiere en su vida no hace falta luchar por que se quede, simplemente, no se irá.
Aprendí que el tiempo mejor gastado es el que pasamos en la puerta de nuestro portal con nuestro mejor amigo, sin hacer nada especial, por el simple placer de su compañía.
Aprendí que el regalo no es la caja envuelta, sino la persona que nos la da. Que las antiguas amistades pueden volver con más fuerza, y que otras, es mejor dejarlas en el pasado.
Aprendí que los besos no prometen amor eterno, que algunos se dan para olvidar; y que, en mi opinión, no se deben regalar a cualquiera.
Aprendí a sonreír, porque a día de hoy, no me hace falta nadie para hacerlo.
Aprendí que nadie va a querernos mejor que nosotros mismos por mucho que adorne sus palabras, que disfrutar de uno mismo es la sensación más confortable que podemos gozar.
Y aprendí que, aún encantándome tu sonrisa, ahora prefiero la mía.

sábado, 14 de noviembre de 2015

No vuelvas más.

Desapareciste, y contigo mi inquietud.
Y ante mi asombro no te echo de menos, quizás porque llevo meses haciéndolo y ya no me gusta que me destrocen sin cesar. Tal vez ya no soy adicto al dolor, ni a ti, que viene a ser lo mismo.
Tuve la suficiente valentía como para reconocer que estoy enamorado de un recuerdo que ya no existe y que nunca va a volver.
Y quiero recordarte así, aunque sea falso, aunque esa persona no exista.
Así que no vuelvas más, no me recuerdes cómo eres.

martes, 27 de octubre de 2015

Laberintos destructivos.

Estaba decidido a recorrer todos los rincones de tu laberinto hasta encontrarte. Me habría enfrentado a dragones y ogros. Me hubiese interpuesto entre una bala y una espada y habría soportado tormentas y huracanes. De hecho, lo hice. O lo sigo haciendo, aunque quizás mis ganas se hayan ido perdiendo por el camino sin darme cuenta, ya no lo sé. Quizás ahora, que te siento más cerca, quiera alejarte. Ahora no sé si quiero encontrarte, y si ya lo he hecho, no sé si quisiera volver a perderme en aquel laberinto, pero para encontrar otra salida, esta vez sin ti.



Y si lo hiciera, ¿te perderías, ahora tú, para encontrarme?

domingo, 18 de octubre de 2015

Corazón envenenado.

Anoche hablé con mi corazón; me lo encontré latiendo vagamente en una de las esquinas de mi habitación. Estaba hecho añicos, como si un puñado de aves carroñeras, habiéndole dado ya por muerto, se hubiesen ocupado de él.
Me acerqué a él y me gritó que me fuera, que no quería verme, que yo era el culpable de su repulsiva situación. Automáticamente, sin dejarme tiempo casi para reaccionar, me rogó desconsoladamente que volviese con él, que desde que está contigo aquel día de julio cuando te lo regalé sin importarme las consecuencias no ha parado de sufrir, que solo tiene una felicidad prestada llena de mentiras y que no hago nada para ayudarle. Que dejo que hagas con él lo que te plazca. Que vive un infierno, y que ya no sabe qué hacer para que las heridas dejen de sangrar.
Y me fui de la habitación, sin él, porque no, no sé cómo ayudarle.

viernes, 9 de octubre de 2015

Decisiones.


Todos las tomamos constantemente. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que concluimos el día. Algunas son tan simples como qué ponerte esa mañana o si prefieres almorzar en el bar de la esquina con tus amigos de siempre o hacerte unos macarrones con nata mientras ves un capítulo más que repetido de Los Simpsons. Pero otras no son así. Otras son jodidas, de esas que te quitan el sueño alguna que otra noche y hacen que le pongas la cabeza como un bombo a tu mejor amigo.
Dicen que, en base a las decisiones que tomes, así será tu vida; que puedes moldearla, darle forma, darle color -o quitárselo-, aprovecharla, disfrutarla, desperdiciarla, saciarla, experimentarla, sentirla, abandonarla, oprimirla, aceptarla... Lo que quieras en el momento que elijas. ¿Realmente creéis que esto es cierto? Estoy de acuerdo en que las decisiones que tomes son muy importantes a la hora de construir tu vida. Pero no hablo de eso; a lo que me refiero es a que, el verdadero problema ocurre cuando no se tiene poder de decisión. Cuando vives bajo unas reglas, unas circunstancias, unas normas, unas condiciones que te prohíben ser libre. Que te cortan las alas de raíz. Enjaulándote, encarcelándote en una vida que no quieres buscando la forma más rápida de escapar.
Es entonces, en el momento en el que tu vida deja de depender de ti, cuando echas de menos tomar decisiones.

jueves, 1 de octubre de 2015

Autodestrucción.

Te tengo en frente, otra vez, sentado en la silla del primer restaurante que hemos pillado como excusa para pasar más tiempo juntos. Hablas y hablas, y yo me limito a intentar prestar atención mientras me pierdo en tus ojos marrones. Reímos, como antes. Como antes de que decidieses no reír más, no conmigo. No tenía muy claro el motivo del por qué estábamos ahí, pero sinceramente, en ese momento me daba igual. No podía pensar con claridad.
Fue una noche larga e intensa, confundida y enfrentada por emociones y sentimientos totalmente opuestos. Y aún sigo sin descifrar nuestra situación, el punto en el que estamos, de por qué pareces dos personas en una o por qué parece que cuando estoy contigo el mundo deja de sostenerme y tú te ocupas de ello.
Pero una cosa sí que pude sacar en claro, y es que estoy enfermo. Que yo no me enamoro, ni te quiero, yo lo llevo a un extremo en el que te hago cómplice de mi propia existencia, y cuando no estás, una parte de mí muere, mientras que la otra solo se lamenta y espera a que vuelvas.

sábado, 26 de septiembre de 2015

¿Realmente...?

Y vuelvo a ti, sin poder alejarme a más de tres latidos sin sentir que este vacío me está perforando el pecho.
Como una polilla, atraída por la luz. La misma luz con la que se golpeará una y otra vez hasta morir achicharrada. Qué polilla tan estúpida, aunque quién soy yo para juzgarla.
¿Realmente le importaba a aquella polilla morir?
¿Realmente me importa, a mí, morir de nuevo?

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Mátame.

No sé...
No, no sé cómo empezar a escribir esta entrada. Llevo más de media hora en frente de la pantalla del portátil sin ser capaz de escribir más de tres palabras. Supongo que muchas veces no soy capaz de expresar lo que siento ni cómo estoy, quizás, a veces, porque ni yo mismo lo sé.
No sé si te echo demasiado de menos para lo mucho que dueles, ni si me he hecho adicto a ese dolor, a esas palabras que queman como qué se yo, no me interesa buscar una comparación perfecta para hacer una entrada bonita. De hecho, pienso que esta entrada es una mierda, la peor de todas. Pero, no sé, supongo que me da igual. Necesito escribir, escribirte. Necesito ahogar tu maldito dolor de alguna manera, apagar el sufrimiento que te acompaña, ese al que ya he convertido en mi veneno, en mi droga. Necesito dejar de contar las horas para volver a verte, necesito liberarme de la cárcel de tu ausencia, necesito gritarte y odiarte para quererte el doble. Mátame, eres el único que puede hacerlo, hazlo. Mátame o quédate conmigo para siempre, pero no me dejes sin ti. Vuelve. Abrázame. Vuelve a hundirme en lo más profundo de la oscuridad y vuelve a rescatarme. Ódiame y quiéreme. Grítame. Búscame. Volvamos a quemarnos en esta cama, volvamos a ser eternos.

domingo, 23 de agosto de 2015

No estamos atados a la correa de nadie.

Mucha gente comete el error de enamorase de otra persona más de lo que pueden llegar a quererse a ellos mismos.
Muchos pensaréis que es algo bonito, una muestra de amor verdadero; no lo es.
No somos mitad de nadie, no dependemos de otra persona para ser felices ni somos propiedad de nadie, al igual que nadie se convierte en "nuestro" por ser nuestra pareja.
Está bien tragarse el orgullo por aquella persona a la que queremos, es algo que se debe hacer en alguna ocasión, pero nunca hay que olvidar quienes somos ni podemos permitir perdernos a nosotros mismos.
Otra alta cantidad de personas vive preocupada o angustiada por lo que los demás puedan pensar de ellos. Nunca vamos a gustarle a todo el mundo y siempre habrá alguien que piense que no estamos haciendo las cosas bien. Siempre habrá alguien que critique nuestra forma de vestir o nuestra forma de pensar, eso no quiere decir que vayamos por mal camino. Todo el mundo critica y todo el mundo señala con el dedo.
Sé que suena muy típico, pero nunca dejéis de ser vosotros mismos porque es lo que os hace únicos, eso es algo que pude aprender.
No estamos atados a la correa de nadie.
Enamoraos de vosotros mismos y seréis capaces de amar a otra persona.
Enamoraos de vosotros mismos y os aseguro que la opinión del resto será lo último que os inquiete.
Y recordad, no dependéis más que de vosotros mismos para ser felices.

domingo, 12 de julio de 2015

Pero sobre todo eres vida.


Aún sigo confundiendo la realidad cuando estoy contigo.
Sigo temiendo despertar en la oscuridad de la que me rescataste y sigo sintiendo ese agridulce sabor en tus besos cada vez que te marchas.
Eres miedo, adrenalina, amor, deseo, euforia, confianza, mi concepción en cada poema de Gustavo Adolfo Bécquer y mi constante imagen en todas y cada una de las piezas de Ludovico Einaudi. Pero sobre todo eres vida. Porque eso es lo que eres para mi, y la vida es lo más importante.
Has iluminado todas mis partes lóbregas, esas partes que he detestado durante tanto tiempo y ahora son casi invisibles. Has encendido la llama de todos los rincones de mi cuerpo y has dado vida a nuevas sensaciones que no conocía.
Gracias por adentrarte en mi vida y dejarme entrar en la tuya.

Quédate, por favor, y no te vayas nunca...

domingo, 7 de junio de 2015

Tic-tac, tic-tac.

Así fue cómo la oscuridad de aquella habitación desordenada sin ventanas se enamoró del débil rayo de Sol que procedía de una pequeña grieta de una de las esquinas del techo.
Cuando se conocieron, la oscuridad pudo ver por primera vez cómo era aquella habitación. Era un desastre... pero la presencia del rayo de Sol la hacía algo más acogedora. Poco a poco, a lo largo de ese domingo, la oscuridad y el rayo de Sol se dieron cuenta de que, aún siendo tan diferentes, tenían incontables cosas en común.
La oscuridad conoció la compañía, la felicidad, la risa, la seguridad y la compresión.
El rayo de Sol conoció la calma y el infinito agradecimiento de la oscuridad. Nada le hacía más feliz que iluminar las partes más opacas de su nuevo y único apego.
Ese día intercambiaron muchas cosas, pero el reloj de pared que estaba esparcido por el sucio suelo de aquella habitación parecía correr cada vez más rápido. Tic-tac, tic-tac.
El rayo de Sol alumbraba cada vez menos. "No te vayas, por favor", gritaba desconsolada la oscuridad. "Quédate", rogaba. La oscuridad sabía lo destructiva que era, y lo supo desde el primer momento. Pero estaba tan sedienta de lo que nunca había conocido que fue tan egoísta de dejar entrar a aquel rayo de Sol que tanto le concedió.


El rayo de Sol resistió todo lo que pudo, le ofreció vida, luz, claridad y todo lo que podía dar, pero no fue nada más que la oscuridad quien le dio muerte al llegar el anochecer.
Yo soy como la oscuridad de aquella habitación desordenada sin ventanas, tan indefenso por fuera como egoísta y desgarrador por dentro. Había matado a tantos rayos de Sol que dejé de permitir la presencia de ninguno de ellos.

lunes, 25 de mayo de 2015

Estereotipos.

Desde pequeños estamos sometidos mentalmente -tanto por nuestro entorno como por los medios de comunicación- a una serie de "reglas no escritas" impuestas por la sociedad.
Lo correcto y lo que no es tan correcto. ¿Quién decide eso? ¿Por qué, desde que nacemos, nos vemos obligados a seguir una línea?
Desde el primer momento de nuestras vidas ya estamos presionados a cumplir una serie de factores dependiendo de nuestro sexo: el rosa para chicas y el azul para chicos, las muñecas y cocinitas para chicas y los coches de scalextric para chicos...
Lo peor es que la situación no mejora conforme avanza la edad. Al contrario, cada vez nos intentan lavar más el cerebro -y lo consiguen-.
Una de las cosas que más detesto de la sociedad en la que vivimos es que todo tiene un nombre para categorizar a las personas dependiendo de su forma de vestir, ideología, preferencias sexuales, gustos musicales, raza, sexo, peso... Estamos señalados, encasillados, juzgados constantemente por una sociedad que rechaza a los que no comparten sus mismas ideas.
Que porque una parte de los que pertenecen a una determinada clase social/urbana sea de una manera no significa que el resto de ella tenga que ser igual. Nunca vemos lo que hay más allá de lo que podemos percibir. No creo en estadísticas, cada persona es diferente y única, y el hecho de que coincida con otra en uno o varios factores no es sinónimo de que lo hagan en más cosas.
No más etiquetas.
Yo, desde mi punto de vista, creo que nos iría mejor si dejásemos de mirar mal a una persona con unos kilos de más o con unos cuantos menos, si parásemos de juzgar a una chica por cuánto quiera enseñar de su cuerpo, si tuviésemos más en cuenta la personalidad de una persona que su sexo o raza, si no nos extrañase ver a una persona llevando la ropa que quiera llevar o estando con quien quiera estar, o si aprendiésemos a respetar el estilo de vida de los que nos rodean, por mucho que nos cueste entender o aceptar.
Propongo que dejemos de una maldita vez de clasificar a los seres humanos y nos dediquemos a ser lo único que somos: personas.



miércoles, 6 de mayo de 2015

Kilómetros confusos.

Llevaba ya un par de meses con los billetes comprados y, tras muchas noches de miedos e inseguridades, llegó el día.
Acabamos de llegar a la estación, aunque nuestro tren no sale hasta dentro de un par de horas; es decir, a las 20:40. Aún me escuecen los ojos a consecuencia de las terribles despedidas que han de darse cuando te vas lejos -quizás más de lo que me gustaría-, y no hago más que consolarme a mí mismo. Consigo distraerme un poco mientras me ocupo del equipaje y ayudo a una señora mayor que ha perdido su bolso.
Llegó la hora en la que teníamos que partir y nos despedimos de la señora. Afortunadamente, alguien encontró su bolso y lo dejó en la oficina de objetos perdidos. Subimos al tren, nuestro asiento está bastante centrado y me siento al lado de la ventana. Después de hablar un rato, decido ponerme mis auriculares blancos en el momento en el que el tren se pone en marcha. Nunca me ha gustado hablar mientras voy en un vehículo en marcha, supongo que es otra de las tantas manías que tengo. Apoyo mi cabeza contra la ventana. No es que esté excesivamente cómodo, pero realmente me da igual en estos momentos. Subo el volumen de la música al máximo y una tímida sonrisa se dibuja en mi rostro pálido y casi inexpresivo; por fin empezaba la vida que tanto había deseado e idealizado en mi mente durante tantos años. Tenía absolutamente todo lo que alguna vez hubiese deseado y casi no podía creerlo. Las canciones suenan aleatoriamente, algunas son más alegres y otras más tristes. Miro a un punto fijo por la ventana y, a cada kilómetro que recorre el Ave, siento cómo las cosas que me preocupaban anteriormente se van quedando atrás. Nada de lo que me atormentaba podía afectarme; los ataques de pánico y ansiedad estaban ya muy lejos de mí. Los días convertidos en auténticos combates contra mí mismo y las amargas noches de insomnio habían casi desaparecido de mi memoria.
No cabe duda de que dejo muchas cosas malas atrás, pero también desamparaba a muchas personas que quería. Mi familia, mis amigos... e incluso a mi perra, aunque sé que no existe tanta distancia y que les veré dentro de poco otra vez. Eso me consuela. En fin, los medios de transporte facilitan muchas reuniones y encuentros hoy en día; pero no puedo evitar sentir tristeza, y se nota rápidamente en mi rostro.
De repente, siento su mano derecha -apoyada en su reposabrazos durante todo lo que llevamos de trayecto- sobre la mía. Siempre ha sabido cuando algo no iba bien con simplemente mirarme. Clavo mi mirada en sus ojos verdes esmeralda y pone su típica cara de "todo irá bien" que tanto me tranquiliza y, en ese momento, me siento la persona más afortunada del mundo. Vuelvo a girar mi cabeza hacia la ventana y no consigo ver más que una fuerte luz procedente de ella. La luz me ciega durante unos segundos y un ruido ensordecedor se apodera del ambiente.
Ese sonido -no tan estruendoso cómo lo viví-, no era más que mi despertador y significaba dos cosas: el sueño había acabado, la pesadilla continuaba.

martes, 28 de abril de 2015

Quizás sabe demasiado...

Quizás sabe demasiado como para verme como el resto de la gente consigue hacerlo. Quizás el hecho de conocerme tan bien, de saber mis lados más oscuros y verme al filo de situaciones tan extremas es lo que ha conseguido el distanciamiento poco a poco; no físico, pero puedo sentir cómo cada vez nos encontramos más lejos mientras cenamos en la misma mesa cuadrada.
Sé que lo intentas, pero sé que nunca lograrás entenderme. Créeme, ni yo mismo consigo hacerlo.
En cuanto a ti... te he decepcionado desde hace mucho tiempo. Los dos sabemos que somos polos casi opuestos y que la mayor parte del tiempo solo consigo -y consigues- que cualquier palabra que crucemos acabe en discusiones absurdas. También sé que intentas con todas tus fuerzas entenderme, pero como he dicho, ni yo mismo puedo hacerlo.

La conclusión que he sacado sobre esto es que todos tenemos dos caras: la que mostramos al resto de personas -la que suele caer bien y muestra simplemente la parte de nosotros que queremos enseñar- y nuestra verdadera cara; esa cara que puede ser espeluznante, la cual repelería a cualquier otra persona -o puede ser aún mejor que la otra cara-, pero yo hablo por mí y, lo único que sé es que las dos únicas personas que han conocido ambas partes de mí cada vez se alejan más.

sábado, 11 de abril de 2015

Cuando vuelvas...

Supongo que no me quedó más remedio que irme.
Sobra decir que no es lo que quería, en absoluto. Pero creo que, a veces, hay que saber cuándo es el momento de decir adiós.
Rendirme nunca fue una opción para mí. Suelo ser muy persistente con todo lo que quiero. Considero una derrota y una decepción hacia mí mismo rehusar de aquello que anhelo o ansío. Pero supongo que, simplemente, necesitaba rendirme esta vez.
Y posiblemente esté aquí cuando me solicites. Al fin y al cabo, todo ocurre cuando tú quieres. Seguramente nunca encuentre a nadie que me de lo que tú me das. Y probablemente, cuando vuelvas, siga esperando... o no.

jueves, 9 de abril de 2015

Mi otro yo.

Quiero hablaros de mi otro yo. Esta entrada no es especial, ni bonita, ni voy a utilizar un vocabulario tan específico para definir lo que siento. Simplemente quiero escribiros sobre mi peor enemigo, la única persona capaz de hacerme daño. Un daño tan espeluznante como agresivo; os estoy hablando de mi otro yo.
Normalmente ese "otro yo" se encuentra ausente. Puedo ocultarlo y vivir con normalidad. No me gusta darle toda la libertad que pudiera e intento demostrarle que soy más fuerte que él en diferentes ocasiones.


Es como tener a una fiera hambrienta dormida en una habitación blanca de cuatro paredes mientras descansas a su lado. Ahora mismo no va a hacerte nada, pero sabes que en el momento en que despierte te va a aniquilar sin ningún tipo de piedad.
Y así ocurre... simplemente despierta y se apodera de mi. Afortunádamente solo en ocasiones puntuales. Dejo de sentirme yo, no pienso con claridad y soy consciente de ello. Me susurra ordenes que cumplo sin queja, totalmente sumiso a lo que me dicta. Siento cómo la locura se apodera de mí.

Dicen que es bueno tener un poco de locura en tu interior, pero os aseguro que esta no es de ese tipo de locura. Creo que siempre ha existido en mí, desde que era pequeño; esos arrebatos insanos ligados con angustia, pánico y ansiedad.
¿Sabéis qué es lo peor de todo? Que no sé cómo pararlo. Mi mente es muy cuadriculada y necesito tenerlo todo bajo control y ordenada a mi gusto. Pero no es así con esto. Durante esos "momentos de locura", como yo los llamo, dejo de ser yo. No sé cómo detenerlo y no sé cómo ayudarme.
Pero, tranquilos, llegará el día en el que consiga terminar con él; soy más fuerte que él.


viernes, 27 de marzo de 2015

El mañana no existe.


Creo que el futuro está sobrevalorado.
La mayoría de personas hablan de él; imaginan una vida perfecta o se consuelan pensando que, una vez llegue, todo va a cambiar.
Me incluyo.
Creo que todos y cada uno de nosotros idealizamos situaciones o momentos encajados en el futuro, y a muchos de nosotros es lo que nos mantiene luchando, lo que nos motiva día a día.
Pero lo cierto es que el futuro nunca llega.
El mañana no existe,
estamos condenados al presente.

sábado, 14 de marzo de 2015

Gritos sordos.

Recojo todos los folios llenos de apuntes que están sobre mi escritorio antes de ir a ducharme.
Todo está por medio, maldita sea. Nunca he sido desordenado, pero supongo que el orden de mi habitación es lo último que me preocupa ahora mismo.
Me encuentro frente al espejo del cuarto de baño y tardo unos minutos más de lo habitual en desvestirme. Siento cómo un breve escalofrío recorre mi cuerpo, contrayéndose a su vez, cada poro de mi piel. Me apresuro en entrar al plato de ducha. Abro el grifo y me coloco justo debajo del fuerte chorro. El agua está bastante caliente. Qué gustazo. Sin duda, es lo mejor del día.
La flemática voz de Frank Sinatra invade el aseo al ritmo de "Don't Take Your Love From Me". De repente, puedo sentir un ligero picor en mis ojos mientras una lágrima tras otra, camufladas por el agua de la ducha, escapan vertiginosamente de ellos. No quiero esta situación.
Apoyo mi espalda en la pared y voy deslizándome lentamente hacia abajo hasta llegar al suelo. Los ríos de agua procedentes de la ducha recorren cada centímetro de mi cuerpo.
Voy recitando mentalmente todas y cada una de las últimas palabras que me dijo. Siento cada una de ellas como cuchillos cada vez más afilados progresivamente introducidos directamente en mi pecho. Siento impotencia. Nunca he sabido cómo actuar ni qué decir en el momento oportuno. Solo pido que te quedes, que no te alejes. Quiero más, lo quiero todo.  Lo grito desesperádamente y cada vez más alto. Pero esos gritos no hacen efecto en ti.
La canción ha acabado.
Enjabono rápidamente mi cuerpo mientras recupero mi postura inicial, cierro el grifo y envuelvo mi cuerpo en una gran toalla blanca.
Levanto mi mirada, posada en el suelo durante todo el intervalo de tiempo y, tras un profundo suspiro, llego a una no muy convincente conclusión: necesito volver a sentirte, aunque sea por última vez.



martes, 3 de marzo de 2015

Pese a saber que existes.

Como el ardiente Sol, como los planetas que giran a su alrededor o como la frágil Luna que vive pegada al nuestro.
Sé que existen. Sé que están presentes.
Tengo constancia de que el Sol se encuentra a casi ciento cincuenta millones de kilómetros de distancia, y la Luna en torno a trescientos ochenta y cuatro mil kilómetros.
También sé que nuestro planeta tarda trescientos sesenta y cinco días y seis horas en dar una vuelta completa a la gran bola de fuego, y que la Luna, tan sólo, alrededor de veintisiete días en girar sobre sí misma.
Pero también sé que jamás podré poner mis pies en ellos.
Sé que existes, sé que estás presente, pero, sencillamente, estabas fuera de mi alcance; como el Sol y los planetas que giran a su alrededor, o como la fría Luna.

Y, pese a conocerte, pese a saber que existes y que estás presente, también sé que nunca pude ni podré penetrar en ti más allá de un milímetro de tu corteza.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Pero ahora creo que prefiero el Sol.



Siempre he defendido que me gustaba la lluvia.
Decía que me gustaba salir y ver las calles bañadas por ella, el olor a tierra mojada, el aire frío en mi cara... me hacía sentir bien.
La lluvia simboliza tristeza. Cuando la observaba fijamente sentía refugio en ella, como si tratase de consolarme haciéndome entender que sentía exactamente lo mismo que yo.
Tan oscura, tan afligida, tan bonita...
Nunca había tenido quejas de ella. Me entendía y me hacía compañía, ¿qué más podía pedir?
Pero ahora creo que prefiero el Sol;
ya ha llovido suficiente.

Qué pena que no tengan nuestra suerte.

"Suelen decir que la amistad es efímera, que, aunque dure años y años, llegará un momento en el que sólo un recuerdo o un par de llamadas, quizás encuentros al año unirán a esas personas.
Muchos coinciden en que hay excepciones en aquella afirmación, que el vínculo que consiguen crear es tan intenso como ineludible. Que han calado tan profundamente entre ellos que el hecho de no tener contacto un sólo día les hace sentir vacíos, insaciables.
Otros, simplemente, no creen en la amistad. Dicen que es un círculo vicioso en el que sólo utilizas a otras personas con fines propios, para tu propia satisfacción. Qué ingenuos, y qué pena que no tengan la suerte de tener a esas personas que siempre van a estar en los peores y mejores momentos, esos hombros en los que llorar, esas risas que compartir. Qué pena que no tengan nuestra suerte.
Nos sentimos muy afortunados de tenerte, incluso cuando miras de la forma que lo haces cuando algo no te parece bien, incluso cuando nos hablas borde e incluso cuando eres insoportable. No te cambiaríamos por nadie. Eres diferente. Una de las cosas que más nos gustan de ti es esa inocencia y brillo de tus ojos, esa ilusión que te hace cualquier cosa por pequeña que sea. Esa importancia que le das a la amistad, ese corazón tan grande que tienes, esa sonrisa que ilumina cualquier dificultad existente y esa transparencia y fortaleza que te caracterizan.
Esperamos que tengas por seguro que siempre, siempre, querremos lo mejor para ti. Suena muy típico, pero te mereces todas y cada una de las cosas buenas que te encuentres. Cuando caigas, vamos a estar ahí para elevarte, siempre."

Este es un fragmento del vídeo con el que sorprendimos a una de las personas más importantes de mi vida para felicitarle en su cumpleaños. Me apetecía compartirlo y que quedase constancia escrita de ello.
Seguramente me leeréis quejar de muchas cosas, pero si de algo puedo presumir es de las personas que tengo como amigos.

lunes, 23 de febrero de 2015

Deseos insaciados.



No creo en las despedidas cuando son forzadas, cuando no se tiene poder de decisión.
No creo en que la curiosidad cese sin descubrir qué se esconde tras ella y, definitivamente,
no creo en que el tiempo consiga suprimir deseos insaciados.
No creo que nadie pudiese creerme si dijese que no te tengo presente cada día de mi vida.
Ni siquiera creo que el miedo me importe, porque jamás me había sentido tan vivo.

lunes, 16 de febrero de 2015

Dentro del cambio.

Me gusta la posición que he adoptado.
Siempre había visto "el cambio" como algo lejano, como "algún día". Hoy día puedo decir que he comenzado el camino para dejarlo todo atrás, para volver a mi vida de antes.
Es como cuando repiten lo mismo una y otra vez en el mismo canal, y acaba cansándote tanto que decides cambiar a otra cadena. Sé que es ridícula la comparación, pero no he encontrado ninguna que se asemejase tanto a lo que siento. Me he cansado. Me he aburrido. Y no pretendo volver a lo mismo. Me he revelado contra mí mismo. Me siento fuerte, dentro de lo que cabe.
Es cierto que aún queda más lucha hasta conseguir mis objetivos, que habrá caídas y momentos que todo me parecerá borroso y confuso. Pero también sé que puedo con todo eso, y que volveré a sentir la calma que tanto añoro.


Creo que es de las pocas entradas de carácter positivo que he escrito.
Pero ya estoy dentro del cambio, ¿no?

miércoles, 4 de febrero de 2015

Como una estrella fugaz.

Suelo despreciar mi vida. No doy valor a todo lo que me rodea cada día. No doy valor a las pequeñas cosas. Tampoco suelo darme demasiado valor a mi mismo. No es que me odie, no es que no sepa valorar las cosas que hago bien, ni que piense que no tengo valores, simplemente no consigo confiar en mi. Una vez más, el miedo juega en mi contra.
Suelo tener envidia. Suelo envidiar a todas aquellas personas que parecen sonreír con esa transparencia y brillo en los ojos. Parecen tan fuertes... tan alegres y despreocupados. Tan felices.
Entonces me doy cuenta de que yo antes era así. Solía reír a carcajadas y disfrutar de todo lo que me rodeaba. Mis ojos destellaban locura, inocencia, felicidad. No es que no siga sonriendo, ni riéndome a carcajadas, pero el brillo en mis ojos se ha ido. Ha desaparecido, como una estrella fugaz en el cielo, ya no está.


Hoy es mi cumpleaños. Tengo claro qué deseo pedir cuando sople las velas.

sábado, 31 de enero de 2015

Parte de mi.

Me apetece dedicarle una entrada a mi gran aliada, mi compañera, mi salvación, mi hombro favorito en el que llorar y mi mejor amiga en los momentos de euforia.
Me apetece dedicarle una entrada a la música.



Sigue siendo mi momento favorito del día cuando, por fin, recuesto mi cabeza entre los cojines de mi cama, acomodo los auriculares en mis oídos y, por unos minutos u horas, consigo perderme, consigo no pensar, consigo desahogarme. O bien, subo el volumen al máximo y consigo liberar toda esa felicidad que no tiene espacio dentro de mi.



No podría vivir sin ti,
eres parte de mi.

miércoles, 28 de enero de 2015

¿Quién soy?

Aún sigo sin reconocerme cuando veo mi reflejo en el espejo.
¿Quién soy?
No recuerdo ser esa persona.
Todavía no consigo descifrar cómo he llegado a esta situación, a convertirme en lo que soy hoy día. A convertirme en lo que más odio.

Me siento atrapado. Encerrado en una cárcel creada por mi mismo.
También me siento cansado, cansado de esperar.
De esperar a convertirme en quien quiero ser, de vivir como quiero vivir.
Y es que, finalmente, lo único que me mantiene vivo son ilusiones.
Ilusiones utópicas, futuros inciertos y esperanzas borrosas.

Estoy cansado de esperar.
Quiero empezar a vivir.



jueves, 22 de enero de 2015

"Que duela."

Y ahí vuelve a aparecer la oscuridad,
absorbiendo toda mi alma.
Todas las llamas están fuera de control.
Por favor, quiero salir de aquí.
Pero no, no puedo.
Las llamas no me dejarán ir.
Quieren que me queme,
que duela.




Vuelve a aparecer la oscuridad,
esta vez alimentándose de todo mi cerebro.
Todas esas luces me están volviendo loco.    
El fuego sigue creciendo, y yo sigo sin poder salir.
Estoy atrapado.
Joder, sólo quiero salir de aquí.
Pero el fuego no me dejará ir,
sólo quiere que me queme,
que duela.


                                                                                                                                                     (inspirado en "Burn - The Pretty Reckless")

domingo, 18 de enero de 2015

Olvidar.

"Cuando pierdes el recuerdo o la memoria de un sujeto, ya sea una persona, un objeto, un lugar, un momento determinado..." podría ser una buena definición para este término.
Mucha gente dice que es la mejor manera de superar cualquier tipo de situación, y que el tiempo es su mejor aliado. Otra gente dice que no es fácil llegar hasta él, pero que cuando lo consigues deja de doler todo aquello que te perturbaba anteriormente.
Otros lo maldicen. Les impide ver con claridad momentos que desearían tener grabados en su memoria y repetirlos una y otra vez, como si de una cinta de vídeo se tratase.

Pero, la gran mayoría, lo asocian con aquellas personas que algún día formaron parte de su vida en casi toda su totalidad, o al menos una gran parte, y actualmente no pertenecen a ella.


Yo, sin embargo, creo que no existe el olvido en cuanto a personas se refiere.


Aprendemos a vivir sin esas personas, eso es todo.


domingo, 11 de enero de 2015

Papá, mamá.

Sé que he cometido errores. Sé que he hecho muchas cosas mal y seguramente siga haciéndolas, aunque no sean intencionadamente. Pero... aún así, no puedo arrepentirme. Muchas de esas cosas me han hecho crecer, y sobre todo, aprender.
No tenéis que volver a desconfiar de mi. Sé que es difícil, pero quiero que entendáis que soy una persona muy diferente a como era antes. Me avergüenzo de muchas cosas y me duelen recordarlas, pero vuestra mirada de decepción siempre es lo que oprime mi pecho.
Sé que he inundado vuestros ojos de lágrimas, que os he robado horas de sueño e incluso os he hecho sentir miedo. Sé que os he decepcionado en incontables ocasiones, y que la confianza entre nosotros ha estado, o quizás aún siga colgando de un hilo.
También sé que estoy muy lejos del prototipo de hijo que os gustaría tener. Ni soy cariñoso, ni soy simpático y desde luego tampoco soy gracioso. Más bien, soy todo lo contrario. Y bueno, la lista es más larga.
Os pido perdón por ser una decepción, por no ser como os gustaría que fuese y por tener mil defectos.
Mamá, tú siempre dices: "con lo fácil que es ser normal..." Y sí, lo es. Pero no soy normal. Sé que soy difícil, que no es fácil lidiar con mis paranoias ni con mi forma de ser. Pero si no fuese así, no sería yo. No he elegido ser así.
[...]
Intento hacer las cosas bien, de la forma correcta. [...] ... no es que no confiase en vosotros, pero no podía volver a ver esa mirada de decepción. No podía permitir que sufrieseis una vez más por mi culpa. Elegí superarlo yo solo, y no me arrepiento. También sentía vergüenza. Estoy harto de sentir vergüenza y de sentirme encadenado a errores del pasado. [...] ... pero aún intentando hacer las cosas bien, os he vuelto a decepcionar y he vuelto a nublar vuestra mente de preocupaciones y miedos.
Escribo esta carta porque sería incapaz de decir esto hablando. Y bueno, el objetivo es haceros entender que he cambiado. Que no soy como antes, que podáis entenderme un poco más y disculparme por todo el sufrimiento que he causado.
Papá, mamá, no puedo ser perfecto. Pero no voy a parar hasta conseguir que os sintáis orgullosos de mi.

And you're just breathing.


       
          "Do you ever
          get the feeling
          that this life
          isn't yours?

          That you have
          no control?

          That everyone
          around you is
          living and
          you're just
          breathing.
          Watching.
          Waiting.


          For what?"



                                  - S. J. B.

lunes, 5 de enero de 2015

Soñando con un puto final.


Sábado por la noche. Las 02:47am exactamente. Lo único que quieres es no pensar en toda la mierda que tienes en la cabeza. En todo lo que te ahoga y te mata por dentro.
El miedo forma ya parte de tu vida, como una condena permanente.                         "No más, por favor. Para. No puedo soportarlo más." Ruegas a tu maldita mente, que te pisotea, aplasta y golpea una y otra vez; convirtiéndose en una tortura constante.
Y, finalmente, lo único que quieres hacer es perderte en la estúpida película que estas viendo para intentar distraerte, o ahogarte en el vaso de cubalibre que tienes a tu izquierda, soñando con un puto final.